Constelar el divorcio

Constelar el divorcio

Autoras: DIANA ROSENBERG y AURORA VATTIMO

En una constelación del núcleo familiar, al implementar la técnica, se colocan en un escenario real o virtual representantes del padre, la madre y después, por orden de llegada, los hijos.

Allí surgen interrogantes nuevos ¿Qué pasa con el lugar vacío? ¿Qué toma cada hijo de los padres? En las separaciones hay algo que no puede dar marcha atrás. Y esto es el parecido que tienen los hijos con el otro cónyuge. En este punto todo sigue igual. Todo sigue en el hijo.

Del padre de los hijos uno no se separa. Del marido, sí. Aunque esté muerto, la energía forma el producto. Hellinger dice que uno se fusiona.

También persevera la energía de los padres biológicos, en las adopciones, todo lo que no se honra y se pretende excluir conduce a la desunión y conlleva patologías.

En el intento que hace el hijo por agradar a ambos, se parte en dos sentidos: transversal y verticalmente. Cada una de estas mitades adhiere a un género y, también, a una de las dos subculturas de las que proviene respectivamente: la del padre y la de la madre. En los casos de adopciones y de fertilizaciones o implantación de embriones y otras alternativas que hoy se practican, todo lo que decimos en este análisis, tiene que ser revisado y pactado según pautas que el constelador de divorcio debería poder trasmitir a los consultantes, donde todas las partes deben ser incluidas y recibir su reconocimiento.

¿Cómo tratar en el divorcio con la parte buena del otro? ¿Por qué en el divorcio se lidia con la muerte, las escenas de mucha potencia, llanto y rabia que se acumulan? El sexo, el orgasmo y la muerte, en vez de transformar el dolor, a menudo solo atan al rencor y la clínica sirve para consolidar el terreno de las reconciliaciones.

¿Para qué sirve el dolor? Para transbordarte a otro lugar. Dejarse atravesar por el dolor y reconocerse cómplice de lo que pasó, lleva a otro lado.

Muchas veces, las uniones y las desuniones se consuman con una inmensa asimetría y se produce el desequilibrio, que lleva al cónyuge menos afectado a plantear el divorcio y viceversa. Según la teoría de las Constelaciones familiares de Bert Hellinger la posibilidad de salir de una implicancia sistémica es visualizar una imagen de solución. Este vínculo, el de divorciados, es muy complejo. En la Argentina llevó mucho tiempo circunscribirlo, tiene cánones muy especiales. Por esa razón, primero se instituyó la separación sin divorcio. Las parejas se casaban en el extranjero para evitar los traspiés con la ley cuando tenían situaciones dudosas en el vínculo, o también, cuando querían preservar por separado los bienes patrimoniales.*ver adenda. Aparearse conlleva roles complementarios, que se van modificando. Cuando se congelan, se vuelven inadecuados y después comienzan a aparecer los choques. En las bases de la unión, hay tal encastre, que uno puede creer que se quedó con la energía del otro y comienza a buscar el rol contrario. En cada unión hay que preguntarse en primer lugar qué los unió. En segundo lugar hay que preguntarse si se puede separar lo que ya se unió. Un clásico es el matrimonio en que el divorcio no es ni siquiera pensable, pase lo que pase. Algunos divorcios no entrañan conflicto. Son los casos en que para cada uno está claro lo que fue a buscar. Son los menos. Hay situaciones en los que la posición del cónyuge es: Quiero irme, pero no puedo, y otros en que la variante es más grave. Alguno dice: Todavía lo quiero. También sucede que alguien dice: No lo quiero, pero no tengo donde ir, o tengo miedo, culpa, etc. En esos casos comienza un divorcio encubierto.

El primer derecho que tienen las personas es el derecho a la vida; el segundo, es el derecho a la pertenencia. Esta zona en la que todos quedan atrapados se ve afectada como una de las primeras consecuencias de un divorcio. El divorcio es un lugar de conflicto donde todas las identidades están en riesgo. Si para los adultos el divorcio es doloroso, qué decir de los niños.

Padre y madre no son iguales, pero el hijo los ve como iguales. Debemos enseñarles a los hijos que el hecho de que los progenitores, sean pareja, no significa que sean iguales. Entre ellos hay acuerdos, no igualdad. No siempre tienen el mismo rango. Si lo tienen, tampoco equivale a igualdad, cada uno tiene distinta sensibilidad. Diferenciarse con la cantinela de que: P

orque tu papá esto o aquello, tampoco es la solución. ¿Cuál es el término medio? Los dos padres son complementarios asimétricos. Para mostrar lo que hay en este paradigma, la pregunta debiera ser: ¿Por qué no hacerlo con los dos y encontrar mi propio modelo? . En el triangulo el hijo se desbalancea La niña y el niño aman tanto a la madre que toman todo lo familiar. El padre les plantea lo social. Ella ó él se pregunta ¿Cuál tomo? ¿Cómo los complemento? Desde las lealtades invisibles a cada uno de ellos, no puede integrarlos. A la hora de equipararse con alguien, otra vez se plantea cómo emparejarse y no cómo igualarse. Por otra parte, los hijos no son iguales, los hermanos no son iguales, aunque siempre se repita que lo son. En primer lugar, son energéticamente diferentes. Uno se enoja cuando le dicen que hay diferencias. Aparecen los chivos emisarios, los patitos feos y toda la gama mitológica.

Hay padres, que solo apoyan a su cónyuge y no quieren o temen conectarse con sus hijos, solo pueden tomar el dos, pero no el tres.

Cuando alguien no se puede hacer cargo de una separación, puede hacer una enfermedad para irse de ese lugar incómodo. Por atrás siempre está la imposibilidad previa para consumar estas mismas uniones.para aquellos que solo apoyaban al otro conyuge, despies del divorcio la relación con estos se interrumpe. Esta ruptura reactiva las escenas de violencia que a veces se desactivan a través del olvido: la frase que dice – después del divorcio se olvidó de los hijos – tiene esa raíz.
En el matrimonio, la violencia física lleva a veces a la separación; otras, las menos, al crimen pasional. En ocasiones, el asesino comete el crimen para que no lo cometa otro, actúa en el lugar del otro. A veces, la víctima ocupa el terreno para que no lo ocupe otro. Ambas situaciones están contrapuestas con la negociación. La terapia sirve para sostenerla.

En los ataques aparece alguien que no puede pedir. Para poder pedir, hay que estar inclinado, reverenciando. Para poder atacar, se está dando órdenes.

En los celos parece quimérico mostrarle al otro lo que uno necesita y no recibe, se considera imposible, entonces ingresa la caricia negativa, estableciendo contacto por las malas. En la terapia se trata de enseñar a pedir. No siempre se tiene éxito. A veces se llega a una enfermedad muy grave, de la que no se puede ya salir.

Entre los causales de divorcio está el dudar de la progenitura hoy es posible dar pruebas biológicas de paternidad. En el orden simbólico -órdenes del amor en Hellinger-, la ley ampara, aunque esté hecha para transgredirse. Para el sicoanálisis el padre funciona, en tanto nada. En tanto función. Con eso alcanza. El padre puede ser un ladrón, o un corrupto, con tal de que trasmita la paternidad ¿qué significa ser padre de la transmisión?

Significa ni más ni menos que ¿el padre es alguien que tiene derecho al amor, o derecho al respeto? No. En estos casos se trata de que se ocupe por ser reconocido. Y a cambio de eso, lo único que es válido es que reconozca que se está ocupando de los hijos de una mujer en particular. No hay posibilidad de que se establezca la función del padre, si él no establece la función de la madre. Cuando él diga: Yo te reconozco como la madre de mi hijo y en él te puedo amar, aunque no te ame, recién hay función paterna.